La asesoría familiar, también conocida como terapia familiar, es una modalidad terapéutica que se utiliza para abordar conflictos familiares interpersonales, problemas causados por patrones familiares disfuncionales y otros problemas que pueden afectar la salud y el bienestar de las familias. La familia es vista como una unidad completa en terapia familiar, en lugar de partes individuales. Un terapeuta familiar examina la forma en que el funcionamiento de toda la familia causa o contribuye a los problemas. Debido a la naturaleza de esta modalidad, un terapeuta que trabaje con familias podría enfrentar varios desafíos éticos potenciales.
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La responsabilidad primordial de un terapeuta es con su paciente. Sin embargo, aunque la familia es vista como una unidad única en la terapia familiar, siempre hay más de un paciente, por lo que puede ser difícil decidir sobre un tratamiento o intervención adecuada. Una intervención que sirve a un miembro de la familia no siempre es lo mejor para los demás, según un artículo publicado por la psicóloga Gayla Margolin en la revista "American Psychologist". Un terapeuta podría evitar posibles conflictos éticos en tales situaciones al evitar convertirse en defensor de cualquier miembro de la familia y tratar de concentrar las intervenciones en la familia como una unidad.
Confidencialidad
Los terapeutas familiares a menudo enfrentan circunstancias éticas únicas con respecto a la confidencialidad porque el cliente identificado es generalmente más de una persona, según el Código de Ética de la Asociación Americana para el Matrimonio y la Terapia Familiar. Los terapeutas deben ser honestos con la familia desde el inicio del tratamiento para informarles de su derecho a la confidencialidad y hacerles saber que un terapeuta no puede divulgar a otros miembros de la familia información que un miembro de la familia pueda compartir en privado. Para evitar este problema, el terapeuta puede decidir rechazar las consultas con miembros individuales de la familia.
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Traído a ti por Sapling Traído a ti por SaplingConsentimiento informado
El consentimiento informado puede ser otro dilema ético importante para los terapeutas familiares, sugiere la psicóloga Elisabeth Shaw en un artículo para la Sociedad Australiana de Psicología. Una llamada inicial de ayuda a un terapeuta generalmente proviene de un miembro de la familia, que podría tratar de obligar a otros miembros de la familia para que reciban tratamiento. Shaw señala que esto puede afectar el tratamiento, ya que, sin saberlo, el terapeuta puede ser visto como un cómplice en este proceso, especialmente si los otros miembros de la familia son reacios a acudir a la terapia. La comunicación extra terapéutica entre el terapeuta y la familia también puede afectar este problema. Como el terapeuta solo puede usar a un miembro de la familia como punto de contacto fuera del horario de oficina, por ejemplo, si es necesario reprogramar una cita, otros miembros de la familia pueden sentirse excluidos o ignorados.
Valores personales
Aunque no siempre es posible, un terapeuta familiar siempre debe tratar de mantener los límites profesionales al tratar con los clientes. En ocasiones, las cuestiones relacionadas con los valores y creencias personales de un terapeuta pueden presentar un dilema ético, aunque subconsciente, según Margolin. Esto puede ser especialmente difícil si un terapeuta tiene ideas sólidas sobre temas que comúnmente afectan a las familias, como el divorcio, la separación y los métodos de crianza de los hijos. Los terapeutas deben esforzarse por mantener la neutralidad en tales circunstancias y aconsejar a los clientes que cualquier decisión es, en última instancia, propia. El Código de ética de la Asociación Americana para el matrimonio y la terapia familiar también aconseja a los terapeutas que busquen asistencia profesional para los problemas que puedan afectar o perjudicar su juicio clínico.